En el horno, receptáculo cerrado que se calienta por medio de gas,
electricidad o leña, en este podemos preparar carnes, pescados y verduras.
El horno reseca los alimentos creándoles una costra crujiente y dorada por lo que en muchos casos, sobre todo cuando se trata de cocciones largas, hay que regar el asado con agua, vino o los propios jugos del alimento a media cocción o de vez en cuando. (Los hornos de vapor, que son lo último, se supone que no tienen este inconveniente pero yo no tengo experiencia con ellos).
Para las carnes, es mejor una cocción más larga a menos temperatura que una a temperatura alta durante menos tiempo.
Si se trata de pescados, quedan más jugosos asándolos a una temperatura más elevada durante menos tiempo.
Si lo que asamos son verduras, al igual que con la carne y el pescado, hay que pincelarlas con aceite para que queden jugosas y no se resequen o envolverlas en papel de horno o de aluminio.
Además de platos salados, también cocemos en el horno masas de pan, pizzas, tartas, pasteles y budines.
Los bizcochos cocidos en el horno, tanto dulces como salados, han de hacerse siempre con el horno pre-calentado y a una temperatura igual o inferior a los 180º para que puedan crecer, esponjarse y cocerse por dentro antes de que se reseque su parte externa.
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